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Ya no me desconozco: volví a casa

  • Foto del escritor: Camila Gaitán Mosquera
    Camila Gaitán Mosquera
  • 17 jul
  • 2 Min. de lectura


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Durante mucho tiempo no supe exactamente en qué momento me había perdido. No fue de un día para otro. Fue algo progresivo, casi imperceptible. Me fui apagando. Me fui adaptando a todo lo que no quería. Dejé pasar comentarios, situaciones, ambientes… hasta que un día me di cuenta de que estaba sobreviviendo en piloto automático.


Lo que sí tengo claro es que no me quedé allí. Y eso, hoy lo reconozco con orgullo: fue el acto más valiente de mi vida.


La gente no siempre entiende. De hecho, lo más común es que el entorno te empuje a seguir funcionando, no a sanar. Que tomes una pastilla, que te adaptes, que no hagas “problema”. Pero yo no quería solo funcionar. Quería estar bien. Quería volver a mí.


Y ahí comenzó una batalla dura. Contra lo que me decían los médicos, contra los protocolos establecidos, contra lo que el sistema de salud considera “suficiente”. No fue una lucha contra la medicación en sí. Fue una lucha por ser escuchada, por tener alternativas, por no sentir que la única solución era anularme emocionalmente para encajar. Y salí adelante sin medicación. No porque fuera fácil, sino porque me propuse hacer el trabajo de fondo: terapia, autoconocimiento, límites, hábitos nuevos, conversaciones difíciles, y, sobre todo, tiempo. Mucho tiempo.


Hoy me miro y reconozco todo lo que logré. Lo hice sola muchas veces. Lo hice con miedo. Pero lo hice.


También entendí algo fundamental: trabajamos y vivimos con seres humanos. Y eso significa que no puedo esperar perfección de nadie, pero sí puedo decidir qué relaciones, qué dinámicas y qué entornos me permiten estar bien. Ser empática no significa aguantar todo. Ser profesional no significa desgastarme hasta enfermar. Ser buena persona no significa decir que sí a todo.


Hoy sé qué no quiero volver a permitir. Y tengo las herramientas para notarlo a tiempo, para poner límites, para priorizarme. Volver a ser yo no fue mágico. Fue una serie de elecciones difíciles, pero necesarias.


Y no pienso perderme de nuevo.

 
 
 

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