¡Estoy Orgullosa de mí!
- Camila Gaitán Mosquera
- 20 jun
- 2 Min. de lectura

No sé cuándo mi psicóloga me dirá: “te doy el alta”. No sé en qué momento podré decir “ya estoy completamente bien”. Pero hoy, sin duda, puedo decir: estoy orgullosa de mí.
He ganado cosas valiosas. Cosas que no se ven a simple vista, pero que se sienten profundo, en el pecho, en la piel, en los días que ya no duelen tanto.
He ganado autoconfianza. Y no, no vino de la nada. La construí, paso a paso, en cada sesión de ejercicio. Entro al gimnasio, a veces apenada, pequeña, dudando… y salgo sintiéndome la bichota. Porque me demuestro, una y otra vez, que puedo. Que tengo fuerza. Que soy capaz. ¡QUE VALGO!
He aprendido a ser más consciente de mi alimentación, a escuchar a mi cuerpo sin juicios, a tomar suplementos y adaptógenos que me ayudan a regular la ansiedad, la tolerancia al estrés, la producción de serotonina. No son soluciones mágicas, pero son aliados. Y hoy soy una mejor aliada de mí misma.
Me ha costado crear una rutina con el ejercicio. No ha sido fácil. Pero algo cambió: me gusta cómo me siento cada vez que voy. Me reconozco en el espejo, no por cómo me veo, sino por lo que he logrado sostener. Constancia. Presencia. Amor propio.
He ganado algo que antes no sabía cómo cultivar: paciencia. Paciencia con mi cuerpo, con mi proceso, con los días grises. Paciencia con mi hija, con mi pareja, conmigo misma. Ahora sé respirar antes de reaccionar. Y eso cambia todo.
Y lo más hermoso de todo: me siento 100% conectada con mi mente, mi cuerpo y mi corazón. Con mi esposo. Con mi hija. Con esa familia que hemos creado y que hoy puedo habitar con más ternura y autenticidad.
Esta semana logré algo que, hace un tiempo, parecía imposible: leer sobre machine learning sin ansiedad. Sin que me conectara con el trabajo, con el estrés, con la exigencia. Lo leí por curiosidad. Por placer. Por mí.
Es la primera vez en mi vida que siento tanta compasión por mí. Que me cuido de verdad. No por obligación. No para complacer a otros. Me cuido porque me importo.
Y si estás leyendo esto, quiero decirte algo más: No tengas miedo de parar. Aunque parezca que te estás ahogando, realmente no es así. Si estás parando, es porque ya estabas ahogada. Y ahora, al parar, estás empezando a andar más fuerte, a tu ritmo, para no ahogarte más. Y eso es valentía.
No sé cuándo terminará este proceso. Pero si he llegado hasta aquí, es porque ya he sanado mucho más de lo que imaginaba.
Y por eso, lo repito:
Estoy orgullosa de mí.
Comentarios